Nelson Osorio
Graduado en Lengua y Literatura (Universidad de Chile). Doctor en Filosofía, especialidad en Estética y Teoría de la Literatura (Universita Karlova, Praga). Doctor en Artes (Candidatus Scientiarum, CSc), Consejo Nacional Superior de Grados Científicos, República Checa.
Ha sido Profesor en la Universidad de Chile, en la Universidad Católica de Valparaíso, Universidad de California (San Diego), Universidad Técnica de Berlín, Universidad Central de Venezuela, Universidad Simón Bolívar (Caracas), Universidad Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador), Universidad de Stanford (USA), Universidad de Pennsylvania (USA), Universidad de Alicante (España), entre otras.
Ha sido Profesor en la Universidad de Chile, en la Universidad Católica de Valparaíso, Universidad de California (San Diego), Universidad Técnica de Berlín, Universidad Central de Venezuela, Universidad Simón Bolívar (Caracas), Universidad Andina Simón Bolívar (Quito, Ecuador), Universidad de Stanford (USA), Universidad de Pennsylvania (USA), Universidad de Alicante (España), entre otras.
Fotografías
Entrevista al Profesor Nelson Osorio (4 de Julio 2011)
El profesor Nelson Osorio nos recibió en su oficina de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de Santiago de Chile, con total cordialidad y familiaridad. Lo sentimos cercano y amable. Nos deleitó con sus anécdotas de vida y su pensamiento, abierto y creativo, lleno de conocimiento y sabiduría.
La entrevista la realizamos mediante el uso de una grabadora, por lo que luego disfrutamos el proceso de transcribirla y editarla. Revivimos, entonces, varias veces esta conversación, nos reímos y aprendimos de ella. Esto es lo que nos dijo.
C. T: Profesor, cuéntenos cómo parte su interés particular por el mundo literario
N.O: Era de clase más bien pobre, mi padre, que jubiló de obrero portuario, llegó hasta más o menos 2° básico, o algo así. De niño, viví mucho con mis abuelos, en el campo, y creo que eso me ayudó a formarme una conciencia social, ya que con el tiempo he conocido a personas de todos los niveles sociales, y he aprendido que hay ladrones y sinvergüenzas en todos lados; pero también en todos los niveles hay personas buenas, inteligentes y capaces. El problema es que no todos tienen las mismas oportunidades. En el oscuro lugar, en el mundo en que yo me crié, había niños, por ejemplo, que tomaban un papel y tinta y hacían dibujos hermosos, pero esos niños ahí se quedaron, nunca tuvieron oportunidad de ser valorados y desarrollarse.Yo me crié y me eduqué en una época en que Chile tenía una séptima parte del ingreso que tiene hoy, pero en que había conciencia de la responsabilidad social y la importancia de la educación. Por eso la educación no sólo era gratuita sino que además el Estado nos daba de todo, lápices, gomas, cuadernos… Sospecho que allí nació en mí la voluntad del saber, a la que se agregó pronto la vocación de enseñar, para llevar a otros el conocimiento y el saber. Y por esa misma experiencia pienso que la educación debe ser gratuita e igualitaria, pues soy resultado de esa condición. Una educación gratuita e igualitaria, en que la única diferencia surja del mayor o menor empeño que cada uno ponga y no de condiciones económicas, sociales o raciales. Yo, por ejemplo, me eduqué junto con chicos mapuches y otros que eran descendientes de inmigrantes alemanes. Pero aprendíamos juntos, jugábamos, y hasta aprendí mapudungun. Por eso puedo decir que vengo de un medio del que me siento orgulloso.Cuando niño, donde mis abuelos, vivíamos en una casa de madera en donde las paredes estaban forradas con diarios, para resguardar más del viento. Yo miraba esos diarios y trataba de entender qué decían, y fue así que comencé a aprender a leer. Luego mis padres comenzaron a comprarme “El Peneca”. “El Peneca” era una revista para niños pero hecha con criterio, con respeto para los niños; tenía historias que dejaban volar mi imaginación, eso era fundamental y yo empecé a hacer de la lectura la gran composición del mundo. Entonces vivía en Puyehue, tenía unos 5 o 6 años de edad y cada mañana debía salir con 3 perros para llevar un pequeño rebaño de ovejas con sus corderos a pastar. Bueno, yo ahí me llevaba “El “Peneca” y me echaba a leer, porque los perros hacían el trabajo de vigilar y cuidar los corderos de la amenaza de pumas y zorros y yo ahí no tenía nada más que hacer. Leer esas historias que semana a semana iban desarrollándose me llevaban a imaginar un mundo distinto, en que sucedían otras cosas tanto o más reales que las que diariamente vivía. Yo soñaba con él, con ese mundo, lo armaba en la imaginación. Por eso cuando muchos años más tarde fui a Europa la gente se extrañaba, porque yo ya conocía los lugares que visitaba: los había visto en los libros.La literatura, no sé, pero la literatura, como la música, es algo que no calza para todos igual; e incluso para una misma persona, dependerá del estado de ánimo, de las circunstancias, del entorno en que uno está y quiere leer. Hay obras que uno las lee según su estado de ánimo. Por ejemplo, antes de dormir no voy a leer algo que me deje las luces prendidas. Ahí leería más bien una novela policial, o algo así...
P.S: ¿Cree que las redes sociales degradan el vocabulario?
N.O: Las redes sociales son técnicas, así es que no son buenas ni malas, ni siquiera escriben: uno es el que las usa. Lo que lo degrada (al lenguaje) es la sociedad, pues vivimos en una sociedad con ausencia de espíritu creativo. Resulta que la degradación del lenguaje moldea la forma del pensamiento que poseemos, porque el pensamiento no tiene cómo formarse fuera del lenguaje. Entonces, el lenguaje pobre llega como un pensamiento pobre; por lo tanto, eliminar el lenguaje como instrumento del pensar, de la imaginación, de la inteligencia, hace que las personas no piensen creativamente. Lo que me parece mucho más malo y degradador del lenguaje es lo que hacen los medios de comunicación en general. Es así como todo el mundo cree que “edil” significa alcalde; mentira, “edil” no significa alcalde, significa cualquier miembros de un concejo municipal, pero a algunos periodistas se les ocurrió que sonaba bonito decir “edil” en vez de alcalde y ahora todos piensan que es correcto emplear esa palabra de esa forma. Estamos llenos de expresiones así. Cuando dicen la “treintava comisaría de carabineros”, yo pienso debe ser muy chiquitita, porque sería solo 1/30 de una comisaría… Este tipo de cosas son las que degradan el lenguaje. Usamos muletillas y las muletillas son para inválidos y no nos damos cuenta, la degradación viene por ahí y está bien si tú vas a usar la menor cantidad de palabras posibles, como se hacía también antes con los telegramas, aunque preferiría que no fuera así. Las redes han cumplido la función de socializar la comunicación; por ejemplo, se convoca a las marchas y manifestaciones por las redes.
P.S: Habiendo usted vivido el exilio y habiendo habitado en varios países de Europa y América durante un largo periodo, ¿sintió en algún momento la discriminación y el racismo?
N.O: No personalmente, pero sí he visto la discriminación. Los chilenos también discriminamos, por ejemplo, a los peruanos. Yo no lo viví mucho porque parece que no tengo rasgos que sean muy marcados como chilenos, según ciertos estereotipos. Recuerdo que una vez con mi esposa íbamos en el Metro, en Francia, cuando vimos a la policía revisando los papeles de extranjeros en el andén. A mí se me habían quedado en la residencia, entonces acordamos con mi mujer (que sí los llevaba) que ella fuera a buscarlos mientras yo me quedaba con la policía. Pero al pasar por el Control no nos pidieron nada y con un “Allez, allez…”, nos hicieron seguir adelante. Y así nos dimos cuenta de una cosa: no revisaba a todos, sino más bien a los de piel oscura, los que tenía rasgos tercermundistas.
S.A: Ha señalado en entrevistas anteriores "Los chilenos somos el pueblo con menor identidad en el continente". ¿Puede profundizar en esta idea? ¿Podría ejemplificar con Venezuela, país donde usted vivió?
N.O: No sé si Chile es el país con menos identidad, ya que el chileno no tiene un acento muy diferenciado que lo identifique, por ejemplo. Pero, en todo caso, es evidente que tendemos a ver con admiración todo lo que parezca extranjero. Si ustedes se fijan, se vende más un producto si en la propaganda se habla con acento extranjero. Otra cosa que he notado es que es difícil que en Venezuela, pongamos por caso, no sepan su historia, pero aquí en Chile no conocemos nuestra historia, creo que eso es sufrir de falta de identidad. Otra cosa: es difícil que se encuentre a un chileno que diga que no habla inglés, sin embargo, hablar inglés para un chileno es saber decir hello. Eso no es hablar una lengua. En un programa de TV llamadoTalento chileno llegan tontitos y tontitas que dicen que van a cantar en inglés, pero es horroroso como lo hacen, no se ve ni en las peores películas de Tarzán.Todo está programado para que Chile no tenga identidad nacional, ya que en la dictadura militar prácticamente se suprimieron las clases de historia.Pareciera que marcar identidad para muchos chilenos se resuelve en pintarse la cara de azul, blanco y rojo con una estrella cuando hay un partido de fútbol importante.
S.A: ¿Qué opinión le merecen las políticas culturales del actual Gobierno?
N.O: Chile es un clon degradado de los Estados Unidos y ese país se caracteriza explícitamente por no tener políticas culturales. A los capitalistas privados se les encarga la cultura y aquí está pasando lo mismo. Aquí se le pasa dinero a un tipo para que escoja qué música hay que escuchar, qué libros hay que publicar, etc. Y el dinero se lo pasan a personas que no saben nada de nada, pero ellos deciden. Por ejemplo, los dueños de los canales de TV. En su programación se ven sus gustos. Son unos patipelados culturales. Eso es lo que ha hecho el gobierno y no sólo hablo de este gobierno, sino también otros gobiernos, que son muy parecidos. Hay diferencias entre ellos, pero no muchas; como dicen en Colombia, los liberales que van a la misa de las once y los conservadores a la de las doce. En los sectores del poder, todos se casan entre sí, con las mismas personas, todos tienes los mismos ginecólogos, todos van a los mismos lugares de vacaciones, mandan a sus hijos a los mismos colegios, son accionistas de las mismas empresas y todos son ingenieros comerciales… Porque casi todos los ministros de educación han sido ingenieros comerciales, excepto una profesora de gimnasia, me parece…Recuerdo que en la televisión había un incompetente hablando del fracaso del Transantiago, diciendo que antes las micros amarillas, que no eran del Estado, funcionaban, y ahora que el Transantiago está en las manos del Estado, no funciona… Lo que ese sujeto no sabía (o no decía…) es que el Metro, que sí funciona y bien, está en manos del Estado, y que el servicio de autobuses, que está en manos privadas, es lo que no funciona.Aristóteles, que era del siglo II A. C., decía que “Puesto que toda ciudad [polis] tiene un solo fin, es claro que también la educación tiene que ser una y la misma para todos los ciudadanos, y que el cuidado de ella debe ser de la comunidad y no privada, como lo es en estos tiempos en que cada uno se cuida privadamente de sus propios hijos y les da la instrucción particular que le parece”. (Aristóteles: Política. Edición bilingüe y traducción de Julián Marías y María Araújo). Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997).Creo que más de alguno podría pensar que Aristóteles era un total comunista, ¿verdad? Por eso, si Aristóteles proponía que la educación no debía ser privada, anda a discutirle a Aristóteles, ¿no te parece?Esto de la educación amerita una reflexión mayor. Piensen en Adán y Eva cuando estaban en el paraíso. Ellos pueden hacer lo que quieran, pueden andar desnudos, jugando con las culebras y gusanos, pero no podían comer de un árbol, que era el Árbol de la Ciencia, el árbol del saber. Así es que Eva, no sé si por ser más curiosa o por ser más inteligente que Adán, comió primero el fruto de ese árbol, que Adán comió más tarde. Y a ambos los echaron a patadas del Paraíso. Ese árbol era el del conocimiento, el de la ciencia. Parece que desde siempre el conocimiento, el saber (lo que da la educación, en otras palabras), ha sido visto como peligroso por quien o quienes detentan el poder y por eso no quieren que sea para todos.
C.T: ¿Qué opina de la palabra “indio”, utilizada frecuentemente en nuestro léxico?
N.O: Mira, yo escribí un largo trabajo que acaba de ser publicado en Perú, en la Universidad San Marcos, en el cual hablo de la diferencia entre las palabras “Indio” e “Indígena”. La gente cree que la palabra “Indio” es sinónimo de “Indígena”, y no es así, la palabra “Indio” deriva de la India. A los habitantes de la India se les dice “Indios”, que es el gentilicio apropiado, pero la palabra “Indígena” deriva del latín y significa “nacido allí”; entonces, “Indígena” no tiene nada que ver con “Indio”.La palabra “Indio” comenzó a usarse cuando Cristóbal Colón llegó a América y estaba convencido de que había llegado a la India. Luego, la palabra dejó de ser un gentilicio, se convirtió en un sustantivo y comenzó a significar “bárbaro”, “analfabeto”, “flojo”, “borracho”, que era como los invasores consideraban a los habitantes originarios... La palabra “Indígena” es muy posterior y aparece registrada por primera vez en el Diccionario de la RAE en la edición de 1803. Por eso, está bien decir “Indígena”, para referirse a los habitantes originarios de nuestra América, pero Indio no es adecuado, primero porque esto no es la India, y segundo, porque los invasores le han dado una connotación discriminatoria.
La entrevista la realizamos mediante el uso de una grabadora, por lo que luego disfrutamos el proceso de transcribirla y editarla. Revivimos, entonces, varias veces esta conversación, nos reímos y aprendimos de ella. Esto es lo que nos dijo.
C. T: Profesor, cuéntenos cómo parte su interés particular por el mundo literario
N.O: Era de clase más bien pobre, mi padre, que jubiló de obrero portuario, llegó hasta más o menos 2° básico, o algo así. De niño, viví mucho con mis abuelos, en el campo, y creo que eso me ayudó a formarme una conciencia social, ya que con el tiempo he conocido a personas de todos los niveles sociales, y he aprendido que hay ladrones y sinvergüenzas en todos lados; pero también en todos los niveles hay personas buenas, inteligentes y capaces. El problema es que no todos tienen las mismas oportunidades. En el oscuro lugar, en el mundo en que yo me crié, había niños, por ejemplo, que tomaban un papel y tinta y hacían dibujos hermosos, pero esos niños ahí se quedaron, nunca tuvieron oportunidad de ser valorados y desarrollarse.Yo me crié y me eduqué en una época en que Chile tenía una séptima parte del ingreso que tiene hoy, pero en que había conciencia de la responsabilidad social y la importancia de la educación. Por eso la educación no sólo era gratuita sino que además el Estado nos daba de todo, lápices, gomas, cuadernos… Sospecho que allí nació en mí la voluntad del saber, a la que se agregó pronto la vocación de enseñar, para llevar a otros el conocimiento y el saber. Y por esa misma experiencia pienso que la educación debe ser gratuita e igualitaria, pues soy resultado de esa condición. Una educación gratuita e igualitaria, en que la única diferencia surja del mayor o menor empeño que cada uno ponga y no de condiciones económicas, sociales o raciales. Yo, por ejemplo, me eduqué junto con chicos mapuches y otros que eran descendientes de inmigrantes alemanes. Pero aprendíamos juntos, jugábamos, y hasta aprendí mapudungun. Por eso puedo decir que vengo de un medio del que me siento orgulloso.Cuando niño, donde mis abuelos, vivíamos en una casa de madera en donde las paredes estaban forradas con diarios, para resguardar más del viento. Yo miraba esos diarios y trataba de entender qué decían, y fue así que comencé a aprender a leer. Luego mis padres comenzaron a comprarme “El Peneca”. “El Peneca” era una revista para niños pero hecha con criterio, con respeto para los niños; tenía historias que dejaban volar mi imaginación, eso era fundamental y yo empecé a hacer de la lectura la gran composición del mundo. Entonces vivía en Puyehue, tenía unos 5 o 6 años de edad y cada mañana debía salir con 3 perros para llevar un pequeño rebaño de ovejas con sus corderos a pastar. Bueno, yo ahí me llevaba “El “Peneca” y me echaba a leer, porque los perros hacían el trabajo de vigilar y cuidar los corderos de la amenaza de pumas y zorros y yo ahí no tenía nada más que hacer. Leer esas historias que semana a semana iban desarrollándose me llevaban a imaginar un mundo distinto, en que sucedían otras cosas tanto o más reales que las que diariamente vivía. Yo soñaba con él, con ese mundo, lo armaba en la imaginación. Por eso cuando muchos años más tarde fui a Europa la gente se extrañaba, porque yo ya conocía los lugares que visitaba: los había visto en los libros.La literatura, no sé, pero la literatura, como la música, es algo que no calza para todos igual; e incluso para una misma persona, dependerá del estado de ánimo, de las circunstancias, del entorno en que uno está y quiere leer. Hay obras que uno las lee según su estado de ánimo. Por ejemplo, antes de dormir no voy a leer algo que me deje las luces prendidas. Ahí leería más bien una novela policial, o algo así...
P.S: ¿Cree que las redes sociales degradan el vocabulario?
N.O: Las redes sociales son técnicas, así es que no son buenas ni malas, ni siquiera escriben: uno es el que las usa. Lo que lo degrada (al lenguaje) es la sociedad, pues vivimos en una sociedad con ausencia de espíritu creativo. Resulta que la degradación del lenguaje moldea la forma del pensamiento que poseemos, porque el pensamiento no tiene cómo formarse fuera del lenguaje. Entonces, el lenguaje pobre llega como un pensamiento pobre; por lo tanto, eliminar el lenguaje como instrumento del pensar, de la imaginación, de la inteligencia, hace que las personas no piensen creativamente. Lo que me parece mucho más malo y degradador del lenguaje es lo que hacen los medios de comunicación en general. Es así como todo el mundo cree que “edil” significa alcalde; mentira, “edil” no significa alcalde, significa cualquier miembros de un concejo municipal, pero a algunos periodistas se les ocurrió que sonaba bonito decir “edil” en vez de alcalde y ahora todos piensan que es correcto emplear esa palabra de esa forma. Estamos llenos de expresiones así. Cuando dicen la “treintava comisaría de carabineros”, yo pienso debe ser muy chiquitita, porque sería solo 1/30 de una comisaría… Este tipo de cosas son las que degradan el lenguaje. Usamos muletillas y las muletillas son para inválidos y no nos damos cuenta, la degradación viene por ahí y está bien si tú vas a usar la menor cantidad de palabras posibles, como se hacía también antes con los telegramas, aunque preferiría que no fuera así. Las redes han cumplido la función de socializar la comunicación; por ejemplo, se convoca a las marchas y manifestaciones por las redes.
P.S: Habiendo usted vivido el exilio y habiendo habitado en varios países de Europa y América durante un largo periodo, ¿sintió en algún momento la discriminación y el racismo?
N.O: No personalmente, pero sí he visto la discriminación. Los chilenos también discriminamos, por ejemplo, a los peruanos. Yo no lo viví mucho porque parece que no tengo rasgos que sean muy marcados como chilenos, según ciertos estereotipos. Recuerdo que una vez con mi esposa íbamos en el Metro, en Francia, cuando vimos a la policía revisando los papeles de extranjeros en el andén. A mí se me habían quedado en la residencia, entonces acordamos con mi mujer (que sí los llevaba) que ella fuera a buscarlos mientras yo me quedaba con la policía. Pero al pasar por el Control no nos pidieron nada y con un “Allez, allez…”, nos hicieron seguir adelante. Y así nos dimos cuenta de una cosa: no revisaba a todos, sino más bien a los de piel oscura, los que tenía rasgos tercermundistas.
S.A: Ha señalado en entrevistas anteriores "Los chilenos somos el pueblo con menor identidad en el continente". ¿Puede profundizar en esta idea? ¿Podría ejemplificar con Venezuela, país donde usted vivió?
N.O: No sé si Chile es el país con menos identidad, ya que el chileno no tiene un acento muy diferenciado que lo identifique, por ejemplo. Pero, en todo caso, es evidente que tendemos a ver con admiración todo lo que parezca extranjero. Si ustedes se fijan, se vende más un producto si en la propaganda se habla con acento extranjero. Otra cosa que he notado es que es difícil que en Venezuela, pongamos por caso, no sepan su historia, pero aquí en Chile no conocemos nuestra historia, creo que eso es sufrir de falta de identidad. Otra cosa: es difícil que se encuentre a un chileno que diga que no habla inglés, sin embargo, hablar inglés para un chileno es saber decir hello. Eso no es hablar una lengua. En un programa de TV llamadoTalento chileno llegan tontitos y tontitas que dicen que van a cantar en inglés, pero es horroroso como lo hacen, no se ve ni en las peores películas de Tarzán.Todo está programado para que Chile no tenga identidad nacional, ya que en la dictadura militar prácticamente se suprimieron las clases de historia.Pareciera que marcar identidad para muchos chilenos se resuelve en pintarse la cara de azul, blanco y rojo con una estrella cuando hay un partido de fútbol importante.
S.A: ¿Qué opinión le merecen las políticas culturales del actual Gobierno?
N.O: Chile es un clon degradado de los Estados Unidos y ese país se caracteriza explícitamente por no tener políticas culturales. A los capitalistas privados se les encarga la cultura y aquí está pasando lo mismo. Aquí se le pasa dinero a un tipo para que escoja qué música hay que escuchar, qué libros hay que publicar, etc. Y el dinero se lo pasan a personas que no saben nada de nada, pero ellos deciden. Por ejemplo, los dueños de los canales de TV. En su programación se ven sus gustos. Son unos patipelados culturales. Eso es lo que ha hecho el gobierno y no sólo hablo de este gobierno, sino también otros gobiernos, que son muy parecidos. Hay diferencias entre ellos, pero no muchas; como dicen en Colombia, los liberales que van a la misa de las once y los conservadores a la de las doce. En los sectores del poder, todos se casan entre sí, con las mismas personas, todos tienes los mismos ginecólogos, todos van a los mismos lugares de vacaciones, mandan a sus hijos a los mismos colegios, son accionistas de las mismas empresas y todos son ingenieros comerciales… Porque casi todos los ministros de educación han sido ingenieros comerciales, excepto una profesora de gimnasia, me parece…Recuerdo que en la televisión había un incompetente hablando del fracaso del Transantiago, diciendo que antes las micros amarillas, que no eran del Estado, funcionaban, y ahora que el Transantiago está en las manos del Estado, no funciona… Lo que ese sujeto no sabía (o no decía…) es que el Metro, que sí funciona y bien, está en manos del Estado, y que el servicio de autobuses, que está en manos privadas, es lo que no funciona.Aristóteles, que era del siglo II A. C., decía que “Puesto que toda ciudad [polis] tiene un solo fin, es claro que también la educación tiene que ser una y la misma para todos los ciudadanos, y que el cuidado de ella debe ser de la comunidad y no privada, como lo es en estos tiempos en que cada uno se cuida privadamente de sus propios hijos y les da la instrucción particular que le parece”. (Aristóteles: Política. Edición bilingüe y traducción de Julián Marías y María Araújo). Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997).Creo que más de alguno podría pensar que Aristóteles era un total comunista, ¿verdad? Por eso, si Aristóteles proponía que la educación no debía ser privada, anda a discutirle a Aristóteles, ¿no te parece?Esto de la educación amerita una reflexión mayor. Piensen en Adán y Eva cuando estaban en el paraíso. Ellos pueden hacer lo que quieran, pueden andar desnudos, jugando con las culebras y gusanos, pero no podían comer de un árbol, que era el Árbol de la Ciencia, el árbol del saber. Así es que Eva, no sé si por ser más curiosa o por ser más inteligente que Adán, comió primero el fruto de ese árbol, que Adán comió más tarde. Y a ambos los echaron a patadas del Paraíso. Ese árbol era el del conocimiento, el de la ciencia. Parece que desde siempre el conocimiento, el saber (lo que da la educación, en otras palabras), ha sido visto como peligroso por quien o quienes detentan el poder y por eso no quieren que sea para todos.
C.T: ¿Qué opina de la palabra “indio”, utilizada frecuentemente en nuestro léxico?
N.O: Mira, yo escribí un largo trabajo que acaba de ser publicado en Perú, en la Universidad San Marcos, en el cual hablo de la diferencia entre las palabras “Indio” e “Indígena”. La gente cree que la palabra “Indio” es sinónimo de “Indígena”, y no es así, la palabra “Indio” deriva de la India. A los habitantes de la India se les dice “Indios”, que es el gentilicio apropiado, pero la palabra “Indígena” deriva del latín y significa “nacido allí”; entonces, “Indígena” no tiene nada que ver con “Indio”.La palabra “Indio” comenzó a usarse cuando Cristóbal Colón llegó a América y estaba convencido de que había llegado a la India. Luego, la palabra dejó de ser un gentilicio, se convirtió en un sustantivo y comenzó a significar “bárbaro”, “analfabeto”, “flojo”, “borracho”, que era como los invasores consideraban a los habitantes originarios... La palabra “Indígena” es muy posterior y aparece registrada por primera vez en el Diccionario de la RAE en la edición de 1803. Por eso, está bien decir “Indígena”, para referirse a los habitantes originarios de nuestra América, pero Indio no es adecuado, primero porque esto no es la India, y segundo, porque los invasores le han dado una connotación discriminatoria.